130 AÑOS DE PRESENCIA FEMENINA EN LA ORDEN

«Ser miembro de la Orden es un regalo que hay que proteger y preservar para transmitirlo a los demás»

Janet Gardner, Dama de Encomienda de la Lugartenencia para Australia occidental nos comparte su experiencia dentro de la Orden: Cómo la descubrió, cómo decidió entrar en ella y lo que cambió en su vida.

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Janet and Jack Gardner

El 3 de agosto de 1888, la Orden del Santo Sepulcro recibió la buena noticia por la carta apostólica Venerabilis Frater del papa León XIII en la que autorizaba al Patriarca de Jerusalén otorgar la cruz de la Orden a las Damas, según tres categorías. Durante estos 130 años, las Damas han tenido funciones muy importantes en la vida de nuestra institución pontificia, compuesta principalmente por laicos, y hoy representan un tercio de los miembros de la Orden. La presencia de las mujeres como la experiencia de matrimonios dentro de la Orden nos ayuda a ofrecer una imagen más amplia y completa del pueblo de Dios deseoso, en particular, de servir a la Iglesia en Tierra Santa.

Para celebrar este aniversario, hemos pedido a Janet Gardner, Dama de Encomienda, que comparta su experiencia dentro de la Orden: Cómo la descubrió, cómo decidió entrar en ella y lo que cambió en su vida:
 

«Como joven adulta cristiana salida de una familia anglicana, estaba buscando mi lugar en el mundo y descubrí que me atraía la gente que tenía fe. ¿Dónde estaba Dios en mi vida? Me impresionaban mis amigos católicos y su dedicación hacia su fe y su comunidad católica, que me pareció muy acogedora, viva y conmovedora. Eso influenció mucho en mi manera de pensar y, después de haber encontrado al que sería mi marido Jack, me convertí al catolicismo. Nos casamos en la Iglesia católica en 1970. Tenemos dos hijas ya casadas y 8 nietos. No ha cesado nunca mi búsqueda de Dios.

Con el paso de los años he trabajado y siempre me ha interesado el campo de los cuidados y la ayuda social. Lo mismo en la Iglesia como en la comunidad en un nivel más extendido. Mi trabajo y actividades de voluntariado incluían cuidar a niños, grupos de personas discapacitadas, personas mayores, enfermos y personas solas – un trabajo realizado en su mayoría con organismos católicos.

Me invitaron a entrar en la Orden en el 2007 y no pensaba estar lo suficientemente interesada para darlo prioridad, por mis actividades comunitarias y parroquiales. Pensaba que la Orden era algo demasiado formal y alejado de mi vida parroquial. Pensaba que era una especie de misterio para la mayoría de la gente. También me llamaba la atención lo de llevar insignias y condecoraciones, y su significado. No obstante, como mi marido era miembro desde 1992 y ya que se interesaba cada vez más por la Orden, llegado el momento de hacer el retiro espiritual, empecé a pensar que sería interesante compartir esta experiencia con él, y que podría implicarnos en una comunidad mayor y enriquecernos por eso mismo en nuestra fe. Fue después de mi primera peregrinación a Tierra Santa con la Orden – una experiencia conmovedora para mí – cuando empecé a pensar mucho más en la finalidad de la Orden. Aprendía cada vez más sobre Tierra Santa y su historia, su política, así como la situación de su pueblo. En 2014, mi marido (Jack Gardner) fue nombrado lugarteniente para Australia occidental y eso nos abrió a nosotros dos a una experiencia diferente y más amplia.

Desde entonces se me ha revelado la imagen de la Iglesia católica en todo su esplendor. Era seguramente algo que iba más allá de mi tranquilo rincón del mundo, en Australia occidental, donde estaba rodeada por mi familia, amigos y mi vida parroquial de Perth. Hago actualmente la experiencia de una iglesia en acción a través de la Orden y me gusta pensar que contribuimos en la ayuda al pueblo cristiano de Tierra Santa. A parte de eso, como miembros de la Orden, tenemos una función de mantenimiento del vínculo histórico, por muy pequeño que sea. Damos testimonio de nuestra fe de maneras diferentes, por supuesto, pero también al llevar insignias y condecoraciones durante las celebraciones especiales por razones históricas. ¡Ser miembro nos ha sido dado como un regalo que hay que proteger y preservar para transmitirlo a los demás! A mi marido y a mí nos ha encantado encontrar a gente de todos los horizontes por medio de la Orden, así como a otras Lugartenencias en Australia y Nueva Zelanda. Hemos viajado a Australia y al extranjero, especialmente a Tierra Santa y Malasia. Nuestras peregrinaciones han sido momentos fuertes de nuestra vida y nos han acercado a nuestros miembros, amigos y capellanías: esto ha sido una maravillosa oportunidad».

(3 de agosto 2018)


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