La Cruz de Jerusalén: el nuevo título de la revista de la Orden

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Queridos Caballeros, Damas y queridos amigos de la Orden,

Nuestra revista publicada en cinco lenguas, que recuerda el año transcurrido, tiene a partir de ahora como título principal La Cruz de Jerusalén, haciendo referencia a la insignia que nos caracteriza. [Descarguen aquí la revista]

DescarguenEl nuevo título también va a ser utilizado para la Newsletter trimestral, para poder identificarnos claramente. Esta Cruz potenzada no es el monopolio de los cristianos, ya que también simboliza la Ciudad Santa para nuestros hermanos judíos: la cruz principal significa el centro espiritual del mundo y las otras cuatro cruces pequeñas indican los puntos cardinales.

Me gustaría agradecer aquí particularmente al Profesor Agostino Borromeo, fundador de esta revista hace veinte años. Fue Gobernador General de la Orden durante ocho años, reforzando en particular la comunicación del Gran Magisterio creando una nueva página internet, disponible en cinco lenguas, complementando nuestras publicaciones impresas. A él debemos también la idea de esta nueva denominación, en diálogo con el Servicio de Comunicación del Gran Magisterio.

Esta evolución corresponde perfectamente al esfuerzo constante que llevamos para dar a conocer mejor nuestra Orden, su misión y acción al servicio de todos los habitantes de la Tierra Santa.

Llamo insistentemente, de manera urgente, a todos los Lugarteniente en el mundo entero para difundir con entusiasmo La Cruz de Jerusalén, no sólo para nuestros 30.000 miembros, sino también para todas las personas que deseen descubrir la Orden y quizá comprometerse en ella.

Internet no reemplazará el papel, porque un documento impreso como éste rico de testimonios de vida, es un objeto que penetra por todas partes como en embajada, particularmente en los lugares públicos, y que permite “encargarse” de la causa de Tierra Santa informando a todos de manera amplia y agradable.

Les deseo a todos una buena lectura y un buen uso de La Cruz de Jerusalén, pidiendo al Señor que haga de nosotros cada día testigos ardientes de su amor por todos.


Edwin, cardenal O’Brien


(mayo 2017)