«¿Cómo la muerte y resurrección de Jesús marcan la diferencia en mi existencia?»

Mensaje pascual del Gran Maestre

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Messaggio pasquale

La apreciación de las verdades de nuestra fe también está a menudo descuidada por los fieles católicos desde hace mucho tiempo. Por ejemplo:

• Los siete Sacramentos y la centralidad de la Misa;
• La presencia real en la Eucaristía y el gran privilegio de la adoración eucarística;
• La función del Magisterio bajo la dirección del Obispo de Roma y de los obispos en comunión con él;
• La función de la Bienaventurada Madre en la Iglesia;
• El valor espiritual del sufrimiento;
• La participación en la Comunión de los Santos: la intercesión de los santos, así como el valor de las oraciones por nuestro prójimo y por las almas del purgatorio.

A estos dogmas de la fe, así como a otros muchos, damos un asentimiento implícito en el Credo de Nicea que recitamos cada domingo. La profesora americana Ronda Chervin comenta: «El Dogma es la prueba del amor inmutable de Dios por nosotros. Es la cristalización de todas las verdades de amor que nos han sido reveladas hasta ahora; una visión ardiente de verdad enviada por el Espíritu Santo a los profetas, discípulos, evangelistas, santos y que, por último, se convierte en verbo en las palabras del Papa y de los concilios » (Ronda Chervin).

Las verdades de nuestra Fe son dones providenciales hacia la meta de la vida eterna. Nunca debemos situarnos de manera apologética con respecto a los dogmas católicos, sino, gracias a las enseñanzas catequísticas, profundizarlos para nuestro crecimiento espiritual e intelectual. Sin embargo, en la medida en que son importantes, son casi insignificantes en relación con la cuestión fundamental de la vida eterna.

«¿Cómo la muerte y resurrección de Jesús marcan la diferencia en mi existencia?» Como miembro de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, ¿hasta qué punto mi respuesta sería clara y convincente?


Edwin Cardinal O’Brien


(17 Abril 2019)