Navidad en la Tierra: las felicitaciones del Gran Magisterio

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Navidad 2016 El árbol de Navidad y las luces de la plaza frente a la basílica de la Natividad en Belén (Copyright: Ayuntamiento de Belén)

Jesús Hijo de Dios, nacido de una mujer, Hijo de María, Hijo de José, te esperamos en Navidad.


Nosotros, Caballeros y Damas de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, te esperamos aquí abajo, en la tierra, en toda la tierra, desde la Tierra de Fuego hasta las Tierras de hielo en el Gran Norte; desde extremo Oriente al extremo Occidente. Nosotros estamos aquí y es justamente aquí donde vas a venir, entre nosotros, al lado de nosotros, en esta tierra que gime por los dolores del parto, que sacude las entrañas, ¿parto de qué? ¿Qué cosas nuevas van a nacer de las ruinas de las casas y de las cosas humanas? Si no estuvieras ahí, nada podría ser nuevo en la tierra, tú que haces nuevas todas las cosas.
 

Te esperamos aquí abajo, en la tierra, santa también para nosotros que la amamos y sentimos que es nuestra. Ese es el misterio de tu Encarnación y de nuestro nacimiento en ti. Esa es la verdadera cosa nueva que sólo tú puedes hacer. ¡Gracias te sean dadas, santo Hijo de Dios, santo Hijo de la tierra!
 

Te esperamos aquí abajo, en las entrañas de la tierra, en la oscuridad pobre de una gruta, donde también nos sentimos como en casa. Tu Belén, “casa del pan” que protege y alimenta tu vida y alimenta nuestra fe. ¡Cuántas veces te hemos encontrado y adorado como los pastores, nosotros, peregrinos, pero también tus hermanos, en esta casa que es la tuya y que es nuestra morada, donde María y José nos acogen y ofrecen aún hoy el pan de la vida!
 

Te esperamos aquí abajo, en la cuna de Belén, esperando de ti el pan de la paz para tu tierra, tierra de Belén, de Jerusalén, de Nazaret, para cada región de Galilea hasta Judea, desde los cedros del Líbano al desierto de Egipto, de Oriente a Occidente, de mar a mar, mar de paz que deja pasar, a pie enjuto, a los nuevos hijos del Éxodo, y no es ya la tumba de los exiliados.
 

Nosotros te esperamos aquí abajo, acostado por María tu Madre en el pesebre de los animales, recordando que otras manos te depositaron un día en tu tumba. Era la víspera del sábado, tiempo de descanso y de paz. Danos la paz de tu Santo Sepulcro, que atrae nuestro deseo y llena nuestra vida, dándonos un nombre nuevo. Somos tuyos Jesús, Hijo de Dios, de María, de José. Somos tu familia: da la paz a la tierra. 
 

Mons. Fortunato Frezza
Maestro de Ceremonias

(22 de diciembre 2016)